domingo, 24 de febrero de 2019

RÉQUIEM POR UN CAMPESINO ESPAÑOL (2º Bachillerato E)


TÉCNICA NARRATIVA EN EL FRAGMENTO Y RELACIÓN CON LA TÉCNICA DE LA OBRA
Los elementos que componen la técnica narrativa de la obra son: el punto de vista del narrador y el empleo del espacio y el tiempo que el autor utiliza para desarrollar los hechos.
A lo largo de la obra, y por tanto en el fragmento propuesto, Sender utiliza un narrador omnisciente reflejado en la tercera persona gramatical de los verbos empleados (“se asomaba”, “seguía” o “hablaba” son algunos ejemplos de este texto). Como en cualquier narración, predominan los pretéritos (ya sea imperfecto o perfecto simple) del modo indicativo. Únicamente observamos el presente en la parte dialogada ya que son las intervenciones en estilo directo que reflejan exactamente los hechos tal cual ocurren (“aquí estoy el primero”, “yo la pago”, “soy como mi difunto padre”), presentes además acompañados de los deícticos oportunos como vemos en los ejemplos (“aquí”, “yo”, “mi”).
Este narrador en tercera persona se emplea acorde a la estructura de la obra. El tiempo presente en que mosén Millán espera a que empiece la misa es claramente omnisciente (volvemos a los mismos ejemplos: “hablaba”, “seguía”), pero las secuencias en las que se narra la vida de Paco parten de la mente del cura, por lo que por momentos podría dar la sensación de ser él el narrador (“recordaba que don Valeriano fue uno de los que más influyeron en el desgraciado fin de Paco” o “mosén Millán oía en su recuerdo la voz de Paco”). Esto no es más que una “voz narrativa disfrazada” (“recordaba que...”, “mosén Millán oía en su recuerdo...”), sabemos que a lo largo de la obra se narran aspectos del pensamiento de Paco o de otros personajes que el propio cura no conocía o de lo que no había sido testigo, por lo que es un narrador completamente omnisciente. Asimismo, aunque no aparece en el fragmento, existe en la obra otra vía narrativa: la del romance que canta el monaguillo, también en tercera persona.
Este narrador, combinando los matices comentados, funciona como proyector del peso constante de la culpa que atormenta a mosén Millán, pero además de servir como intento de autoconfesión por parte del cura, también cumple la función de marco sociopolítico, ya que muestra esa carga ética y política del momento.
En cuanto al espacio, la historia se desarrolla en un pequeño pueblo aragonés que bien podría ser en el que Sender vivió su infancia y adolescencia, pero del que no se dice nombre alguno, por lo que el autor da un sentido de universalidad a ese espacio, lo narrado podría ocurrir en cualquier otro espacio rural de España. Así, en el fragmento, se muestra la oposición de don Valeriano también en este sentido al vestir “como los señores de la ciudad”.
En cuanto al espacio interno, la acción de la espera se desarrolla por completo en un espacio interior, “don Valeriano se asomaba ya a la sacristía”, un lugar cerrado que representa la mentalidad inamovible de mosén Millán, de ahí que también sea más descriptiva y lenta. Allí fue la boda de Paco también, donde nos lleva el pensamiento de mosén Millán cuando “oía en su voz el recuerdo de Paco. Pensaba en el día en que se casó”, una de las acciones del pasado que alude a los recuerdos, las que se desarrollan en varios espacios (abiertos y cerrados: el carasol, el lavadero, las cuevas, la casa de don Valeriano, la plaza del pueblo, entre otros).
Respecto al tiempo, como refleja la estructura de la obra, partimos de un tiempo externo (marcado por los hechos históricos reales en los que se contextualiza la obra: el fin de la monarquía de Alfonso XIII, la segunda república y el inicio de la guerra civil española) que sitúa la misa de réquiem en el verano de 1937. A través de los recuerdos evocados por mosén Millán recorremos la vida de Paco, por lo que el lector se retrotrae hasta aproximadamente 1910-1911, momento en que nace Paco el del Molino.
El tiempo interno, como decíamos, lo marca la estructura alternante. En el fragmento, perteneciente a la secuencia central de la obra, “don Valeriano se asomaba ya a la sacristía” en la espera de esa media hora para el comienzo de la misa. Pero, a su vez, mosén Millán “oía en su voz el recuerdo de Paco. Pensaba en el día en que se casó”, lo que lleva al lector al pasado, un pasado que va gradualmente aumentando la intensidad de los hechos acontecidos para terminar al final de la obra en sumo dramatismo, tanto por el fusilamiento de Paco como por el hecho de que la misa no ha cumplido el cometido que el cura le asignó: librar de culpa a los responsables de tales hechos (los cuatro asistentes a dicha misa).
En definitiva, como vemos, el autor utiliza unas técnicas narrativas para el desarrollo de la historia en consonancia constante con la estructura de la obra, lo que hace de ella un relato perfectamente cohesionado y enmarcado en unos ejes espaciotemporales muy concretos.


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