TÉCNICA
NARRATIVA EN EL FRAGMENTO Y RELACIÓN CON LA TÉCNICA DE LA OBRA
Los elementos que componen la técnica
narrativa de la obra son: el punto de
vista del narrador y el empleo del espacio
y el tiempo que el autor utiliza
para desarrollar los hechos.
A lo largo de la obra, y por tanto en el
fragmento propuesto, Sender utiliza un narrador
omnisciente reflejado en la tercera
persona gramatical de los verbos empleados (“se asomaba”, “seguía” o
“hablaba” son algunos ejemplos de este texto). Como en cualquier narración,
predominan los pretéritos (ya sea
imperfecto o perfecto simple) del modo indicativo. Únicamente observamos el
presente en la parte dialogada ya que son las intervenciones en estilo directo
que reflejan exactamente los hechos tal cual ocurren (“aquí estoy el primero”,
“yo la pago”, “soy como mi difunto padre”), presentes además acompañados de los
deícticos oportunos como vemos en
los ejemplos (“aquí”, “yo”, “mi”).
Este narrador en tercera persona se emplea acorde a la estructura de la obra. El tiempo
presente en que mosén Millán espera a que empiece la misa es claramente
omnisciente (volvemos a los mismos ejemplos: “hablaba”, “seguía”), pero las
secuencias en las que se narra la vida de Paco parten de la mente del cura, por
lo que por momentos podría dar la sensación de ser él el narrador (“recordaba
que don Valeriano fue uno de los que más influyeron en el desgraciado fin de
Paco” o “mosén Millán oía en su recuerdo la voz de Paco”). Esto no es más que
una “voz narrativa disfrazada” (“recordaba
que...”, “mosén Millán oía en su recuerdo...”), sabemos que a lo largo de la
obra se narran aspectos del pensamiento de Paco o de otros personajes que el
propio cura no conocía o de lo que no había sido testigo, por lo que es un
narrador completamente omnisciente. Asimismo, aunque no aparece en el
fragmento, existe en la obra otra vía
narrativa: la del romance que
canta el monaguillo, también en tercera persona.
Este narrador, combinando los matices
comentados, funciona como proyector del
peso constante de la culpa que atormenta a mosén Millán, pero además de
servir como intento de autoconfesión por parte del cura, también cumple la
función de marco sociopolítico, ya
que muestra esa carga ética y política del momento.
En cuanto al espacio, la historia se desarrolla en un pequeño pueblo aragonés que
bien podría ser en el que Sender vivió su infancia y adolescencia, pero del que
no se dice nombre alguno, por lo que el autor da un sentido de universalidad a
ese espacio, lo narrado podría ocurrir en cualquier otro espacio rural de España. Así, en el fragmento, se muestra la
oposición de don Valeriano también en este sentido al vestir “como los señores
de la ciudad”.
En cuanto al espacio interno, la acción de
la espera se desarrolla por completo
en un espacio interior, “don Valeriano se asomaba ya a la sacristía”, un lugar cerrado que representa la mentalidad inamovible
de mosén Millán, de ahí que también sea más descriptiva y lenta. Allí fue la
boda de Paco también, donde nos lleva el pensamiento de mosén Millán cuando “oía
en su voz el recuerdo de Paco. Pensaba en el día en que se casó”, una de las
acciones del pasado que alude a los recuerdos, las que se desarrollan en varios
espacios (abiertos y cerrados: el carasol, el lavadero, las cuevas, la casa de
don Valeriano, la plaza del pueblo, entre otros).
Respecto al tiempo, como refleja la estructura de la obra, partimos de un
tiempo externo (marcado por los
hechos históricos reales en los que se contextualiza la obra: el fin de la monarquía
de Alfonso XIII, la segunda república y el inicio de la guerra civil española) que
sitúa la misa de réquiem en el verano de 1937. A través de los recuerdos
evocados por mosén Millán recorremos la vida de Paco, por lo que el lector se
retrotrae hasta aproximadamente 1910-1911, momento en que nace Paco el del
Molino.
El tiempo interno, como decíamos, lo marca la estructura alternante. En el
fragmento, perteneciente a la secuencia central de la obra, “don Valeriano se
asomaba ya a la sacristía” en la espera de esa media hora para el comienzo de
la misa. Pero, a su vez, mosén Millán “oía en su voz el recuerdo de Paco. Pensaba
en el día en que se casó”, lo que lleva al lector al pasado, un pasado que va
gradualmente aumentando la intensidad de los hechos acontecidos para terminar
al final de la obra en sumo dramatismo,
tanto por el fusilamiento de Paco como por el hecho de que la misa no ha
cumplido el cometido que el cura le asignó: librar de culpa a los responsables
de tales hechos (los cuatro asistentes a dicha misa).
En definitiva, como vemos, el autor utiliza
unas técnicas narrativas para el desarrollo de la historia en consonancia
constante con la estructura de la obra, lo que hace de ella un relato perfectamente
cohesionado y enmarcado en unos ejes espaciotemporales muy concretos.
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