miércoles, 20 de febrero de 2019

4ºESO A-B


EJEMPLOS DE TEXTOS ARGUMENTATIVOS

Aquí os dejo un par de ejemplos de textos argumentativos para que toméis como referencia a la hora de elaborar el vuestro. He destacado en negrita en cada uno de ellos aquellos rasgos lingüísticos propios de esta forma de discurso (lo explicaremos en clase).
Propongo los siguientes temas sobre los que reflexionar y escribir:
1.   La obesidad infantil
2.   La importancia de la tecnología
3.   La igualdad y la desigualdad social
4.   El cine, el teatro o la televisión
5.   ¿Ciencias o letras?
6.   La salud y el deporte
Tened en cuenta que solo son asuntos sobre los que trata un texto, vosotros debéis formar vuestra opinión a partir de ellos, creando así una tesis que defender y apoyándoos en argumentos sólidos y bien organizados a lo largo del texto (podéis utilizarlos de diferente tipo: experiencia personal, cita de autoridad, tópico, etc.). Elegid para ello la estructura que queráis (deductiva, inductiva, circular), pero siempre cerrando el texto con una conclusión.


TEXTO 1
El teatro tiene la resistencia medular de las cosas elementales, de las formas tan depuradas por el tiempo y el uso de las generaciones que ya nos parecen más cerca de la naturaleza o de la vida orgánica que de la invención humana: la forma de un cuenco que imita el gesto de las dos manos cóncavas y unidas para recoger el agua, la forma de una mesa, de una ventana, de una azada, de un libro. El teatro puede desplegarse en colosales artificios técnicos, en la maquinaria de una comedia musical de Broadway en la que hay helicópteros y gente que vuela y templos que se hunden, y puede convertirse en una expresión oceánica de multitudes en medio de las calles, como en aquellos espectáculos que organizaban los directores de vanguardia soviéticos en los años veinte para representar y celebrar los acontecimientos de la revolución. Pero su grandeza, el secreto de su duración, está en que se le puede despojar casi de todo sin que se modifique ni pierda nada de su capacidad de hipnotismo: al teatro le bastan un espacio desnudo y una presencia humana para suceder con una intensidad incomparable, para establecer a unos pasos de distancia de los espectadores su irrealidad inventada e imantarlos a la vez con el misterio cotidiano de la pura realidad.

TEXTO 2
La televisión ha sido considerada la gran adversaria del sistema de valores democrático, en general, y del sistema educativo, en particular. La satanización de la televisión como espectáculo de masas, así como su carácter instrumental presuntamente exento de categorías estéticas, la ha situado como el opuesto pedagógico perfecto de la institución escolar.
Son frecuentes los titulares periodísticos que oponen las horas que los niños y jóvenes pasan delante de televisor con las dedicadas al estudio, como si nos encontrásemos ante un juego de suma cero entre la televisión y la escuela. Y es que la televisión recibe el desprecio y la animadversión del gremio intelectual con argumentos similares a los que en su momento promovieron el ninguneo del cine: alienación, superficialidad, canalización.
La televisión emite basura, es cierto. Pero también se publican libros-basura. Una porción no despreciable de las películas estrenadas es infumable. De la música pop, rock o rap, mejor ni hablar. Por otro lado, la televisión permite ver y escuchar entrevistas a grandes filósofos y científicos o aprender con míticos documentales sobre los que todo el mundo ha oído hablar aunque casi nadie ha visto nunca. También permite el disfrute de grandes acontecimientos deportivos, sensibilizar a la ciudadanía ante tragedias y catástrofes o conocer, a través de los documentales, mundos lejanos, comportamientos animales, culturas antitéticas de la nuestra.
Por todo ello, y frente a grandes pensadores como Hugghes o Popper que han considerado que la televisión constituye uno de los peligros internos más poderosos de nuestras democracias, considero que, por el contrario, constituye una gran oportunidad de la educación democrática de la ciudadanía, siempre y cuando se utilice como propuesta de debate y no como herramienta para el adoctrinamiento. ¿Es realmente la televisión tan perjudicial para la ciudadanía? Los usos periodísticos más vulgares se centran en los programas escandalosos mientras que silencian aquellos que podrían ser aprovechados como un complemento de la educación en valores. Aunque también es cierto que determinados programas son muy bien considerados por la crítica más seria. Me estoy refiriendo a series de televisión como Los Simpson, CSI Las Vegas, Frasier 24, Los Soprano o Camera café.
Porque, y no deberíamos olvidar nunca esto, la cuestión no es leer o no leer, ver la tele o no verla, hacer deporte o no hacerlo, ser o no ser. La clave reside en la dosificación, tanto en cantidad como en calidad, de cada actividad. Como nos mostraron Shakespeare y Cervantes, y ya había advertido Platón, la lectura puede ser tan idiotizante, alienante y provocar tanto «autismo» como dosis masivas de Play Station. Así que en vez de caer en el juego fácil de la jeremiada* antitelevisiva y de rasgarnos las vestiduras* por la irresistible atracción que lo audiovisual ejerce sobre los jóvenes, deberíamos empezar a hacer una propedéutica* televisiva encaminada a un uso libre, responsable e inteligente de la misma. No es cierto que sea una caja tonta, como superficialmente se la ha calificado, sino que podemos hacer un uso estúpido de ella.
Por el contrario, la televisión constituye una gran oportunidad de educación visual, y forma parte del deber de los padres y del profesorado enseñar su uso creativo, incluso integrando la programación televisiva dentro del currículo de las diversas asignaturas, como muy recientemente se está empezando a hacer con el cine.
Frente a la tesis dominante en el ámbito académico de que el cine y la televisión constituyen incluso un peligro para la democracia y un contrincante para la institución educativa, creo que deberíamos reconsiderar la instrumentalización de los medios audiovisuales, empleándolos como laboratorios de experimentación virtual.

VOCABULARIO:
- Jeremiada: lamentación exagerada de dolor.
- Rasgarse las vestiduras: escandalizarse, mostrar indignación.
- Propedéutico: enseñanza preparatoria para una disciplina.

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